Es curioso cómo funciona nuestra memoria. Lo tenemos todo guardado. De la mayoría ni nos acordamos, pero está ahí, grabado, oculto y cuando vemos algo o a alguien, nuestro recuerdo se despierta. A veces un simple color, el tacto de algo o incluso un olor hace que nuestra mente se invada de recuerdos.
Yo ayer me acorde muchísimo de una excursión que hice hace ya más de 10 años y lo recordaba como su hubiera sido ayer. Recordé el lugar, mis compañeros de clase y hasta mis profesores. Pero lo más curioso de la visita que realice ayer con la universidad es el hecho de como todo cambia.
No es lo mismo ir a visitar los restos de una ciudad romana con el colegio y teniendo 10 años que ir con la universidad teniendo 22 años y estudiando arquitectura.
Ayer aprendí mucho, fui un día muy entretenido con mis amigos de la universidad y con nuestra profesora de Urbanismo (Estudio de las ciudades y su territorio) en la Ciudad de Itálica.
VER ÁLBUM FOTOGRÁFICO: '' Visita a Itálica el 13 de Junio 2015 ''
Para quienes no sepáis que es Itálica; se trata de una antigua ciudad romana situada en el actual término municipal de Santiponce (Sevilla), en Andalucía.
La ciudad romana fue fundada en el año 206 a.C., fue la primera ciudad romana fundada en Hispania y también fuera de territorio italiano. Al finalizar la Segunda Guerra Púnica en Hispania, asentó a los soldados heridos en una ciudad turdetana preexistente -cuyo nombre original se desconoce-, en la zona alta del Aljarafe, en la ribera oeste del río Baetis, ubicada a medio camino entre las también ciudades turdetanas de Hispalis e Ilipa y seguramente portuaria.
Posiblemente el estatuto jurídico de la ciudad, al poco de su fundación, fue el de colonia Latina. En el año 45 a.C. fue cuando Itálica obtuvo el status jurídico de “municipium civium Romanorum”, posiblemente como recompensa por el apoyo de la ciudad frente a Pompeyo en la reciente guerra civil, aunque no acuñará moneda como tal hasta época de Augusto.
La ciudad alcanzó su periodo de mayor esplendor a finales del siglo I y durante el siglo II, desde los reinados de Trajano y Adriano, los dos nacidos en Itálica, lo que reforzaría mucho el indudable prestigio que ya tenía en Roma la vetusta colonia hispana. Ambos emperadores fueron particularmente generosos con su ciudad natal, ampliándola y revitalizando su economía. Adriano fue quien le otorgó el rango de colonia después de que los habitantes se lo solicitaran, el emperador además la embelleció con excelentes edificios públicos.
Trajano comenzó las tareas de mejora de Itálica y continuando con ellas Adriano hizo la gran ampliación urbana hacia el norte (también de traza regular, como su predecesora) [La traza se refiere al trazado de las calles, las cuales eran todas paralelas y perpendiculares, es decir los cruces entre ellas eran de 90º, lo cual era una característica principal de las ciudades romanas]. Esta ampliación fue bautizada en 1960 como Nova urbs o "ciudad nueva", que sólo tuvo realmente una espléndida existencia durante el siglo II, a fines del cual, y sin haber sido nunca completada, comenzó su declive, por causas ciertamente político-económicas. Ésta es la parte de la ciudad que constituye actualmente el Conjunto Arqueológico de Itálica, sin paralelos a causa de sus enormes mansiones pavimentadas de mosaicos, o de su gran (aunque muy destrozado) anfiteatro, cuarto del Imperio por su capacidad. La "ciudad vieja" o Vetus urbs se encuentra bajo el casco urbano del actual pueblo de Santiponce (fundado en 1601, tras sucesivas crecidas del río, más cerca del cual se ubicaba primitivamente), ya que esta parte de la ciudad es la que más continuidad tuvo, llegando hasta los tiempos de la ocupación musulmana cuando tuvo lugar, en el siglo X, su despoblamiento y abandono definitivos. Son muy pocos los restos romanos conocidos de ella, los principales de los cuales son el teatro y las llamadas "termas menores" o "de Trajano".
Es durante el gobierno de Adriano cuando la propia ciudad solicita del emperador, y en contra su consejo, como lo relata Aulo Gelio (Noct. Attic. XVI, 13, 417 ), cambiar su ventajoso estatuto municipal romano por el de colonia romana, más pesado pero más prestigioso, pues eran simulacra Romae ("espejos de Roma") y como una parte ideal o extensión de la propia Urbs. A raíz de dicha concesión pasó a llamarse Colonia Aelia Augusta Itálica, en honor de Adriano, títulos que suelen aparecer abreviados como C.A.A.I.
Es una pena que desde que Itálica quedo abandonada se haya destruido tanto la ciudad. Las ruinas han sido y son objeto de visita, admiración y desolación, de numerosos viajeros extranjeros, que no tenían mejor cosa que hacer que dejar por escrito, y a veces dibujadas, sus impresiones. Todo su prestigio, historia y fama no bastaron, sin embargo, para salvarla de ser objeto de continuado expolio, y una permanente cantera de materiales desde la época árabe. En 1740 el Ayuntamiento de Sevilla ordenó derruir los muros del anfiteatro para construir un dique en el Guadalquivir, y en 1796 aún se volaron zonas de la primitiva Vetus Urbs para construir el nuevo Camino Real de Extremadura. La primera norma legal de protección del yacimiento se produjo el 9 de febrero de 1810, bajo la ocupación napoleónica, ordenando devolverle su viejo nombre de Itálica, y destinando un presupuesto anual para excavaciones regulares, que, sin embargo, no se llegaron a materializar hasta 1839-1840. En 1873 los expolios seguían siendo vandálicos. Por Real Orden de 13 de diciembre de 1912 Itálica fue declarada Monumento Nacional, pero, tras otras normas menores, no ha sido hasta el Decreto 7/2001, de 9 de enero, de la Junta de Andalucía, cuando se han delimitado claramente la zona arqueológica de Itálica y los ámbitos de su protección efectiva. Sus ruinas son hoy un principal atractivo turístico a 7 km al norte de Sevilla y se está retomando su protección con técnicas científicas de última generación.
Gracias a todos los restos que se mantienen es fácil comprender el gran tamaño e importancia de la ciudad. Se puede esbozar los grandes conocimientos que tenían en construcción, eran capaces de levantar edificios monumentales y llevar a cabo importantes obras de ingeniería para abastecer la ciudad de agua limpia y también para deshacerse de las aguas sucias. Cabe destacar las dimensiones del anfiteatro de Itálica que llego a ser el segundo más grande antes de la época imperial.
Un anfiteatro (del griego antiguo 'amphiteatreiton'), es un tipo de lugar público de la civilización romana, utilizado para acoger espectáculos y juegos (munera, lucha de gladiadores y venationes, lucha de animales). Los más antiguos se construyeron en Etruria y Campania y datan de finales del siglo II a. C. Este tipo de edificio es una creación romana, y no tiene antecedentes ni en Grecia ni en Asia Menor.
Aparte de su función, la diferencia más notoria entre un anfiteatro y un teatro romano clásico, es que el anfiteatro tiene forma circular u ovalada, mientras que el teatro es semicircular. También hay que diferenciar el anfiteatro del circo, que era utilizado para espectáculos de carreras y tenía una forma elíptica.
El anfiteatro de Itálica se construyó en la época del emperador Adriano, aproximadamente entre los años 117-138 y fue el cuarto más grandes de todo el Imperio Romano. Con una capacidad de 25.000 espectadores y unas medidas totales de 160 x 137 m, disponía de tres niveles de graderío. Bajo el nivel del antiguo suelo de madera del anfiteatro había un foso de servicio para los diferentes espectáculos de gladiadores, denominados munus gladiatorum y luchas contra fieras, llamadas venationes.
Foto: Estado actual y recreación a ordenador del estado inicial.
El graderío, cavea estaba dividido en tres secciones, la ima, media y summa cavea, separadas por unos pasillos anulares denominados praecinctiones. La primera, la ima cavea, disponía de 6 gradas, con 8 puertas de acceso, y estaba reservada a una clase dirigente. La segunda, la media cavea, estaba destinada a la población más humilde, tenía 12 gradas y 14 puertas de acceso. La summa cavea, cubierta por un toldo, estaba reservada solamente para albergar a niños y mujeres.
También hay que saber que el Anfiteatro de Itálica contaba además con varias salas dedicadas al culto de Némesis y de Dea Caelestis y lo más destacable de él, no solo servía para luchas de animales y gladiadores, también para la realización de batallas navales. Eran muy pocos los anfiteatros del Imperio romanos los que estaban preparados, tanto por sus dimensiones como por sus equipamientos, para realizar este tipo de juegos.
Sin duda te animo a visitar los restos arqueológicos de la ciudad romana de Itálica y para que te hagas una idea mejor de cómo era la ciudad durante la época de mayor esplendor, os dejo el siguiente video: