Hace ya más de ocho meses, me
compre una mascota. Llevaba años soñando con pasar las tardes jugando con ella.
Creedme cuando digo que era el gran sueño de mi vida. Poder disfrutar de cada
segundo junto a ella, poder decirle a todos mis amigos lo maravillosa que es y
que mi familia se sintiera orgullosa por lo bien que la cuido. No quiero que os
confundáis, esto es así, amo a mi mascota. Pero no todo es de color rosa.
¿Tenéis mascota? ¿A quién no le
gustan las mascotas? Pero… Son muchas las horas que hay que dedicar a cuidarla.
Estar pendiente de que nunca le falte nada. Alimentarla, limpiarla, llevarla de
paseo y a que conozca nuevos lugar y se relacione, etc. Y aun así te da mucha felicidad.
No se cómo serán el resto de mascotas pero lo mía lleva 8 increíbles meses regalándome
emociones. Algunas de estas emociones son difícil de digerir, como por ejemplo
la ansiedad que se siente cuando no puedes dormir porque ella no te deja.
Siempre en su incesante empeño por querer jugar contigo, o a veces, porque se
encuentra enferma y necesitas estar ahí cuidándola. Pero también hay emociones
fascinantes; la alegría cuando le enseñas un nuevo truco, cuando te sientes
triste y ella viene a consolarte, cuando la gente te envidia por lo “chula” que
es tu mascota… y también algo muy importante es la de gente increíble que
llegas a conocer. Literalmente te abre la mente. Ves la vida de otro modo a
como solías hacerlo.
Pasear por la calle con tu
mascota es algo único, vas fijándote en todas las cosas que ella hace, en como
realmente está cambiando tu vida. Te cambia tanto que incluso cuando no está
presente no dejas de pensar en ella. Pero mi mascota insisto, es especial.
Desde que la tengo nunca he vuelto a comer a una hora normal. Me he tenido que
adaptar a sus extrañas exigencias. Dormir muy poco, almorzar como por ejemplo
lo he hecho hoy, a las 5 de la tarde (cuando comes, a veces no te deja ni
tiempo), cenar cualquier cosa rápidamente y a seguir dedicándole tiempo. Y a
pesar de todos los sacrificios a veces no contenta con ello me exige más, y
cuando no, te araña o te ladra. Es muy desagradable poner toda tu alma, todo tu
empeño en lo que haces y que lo único que recibas sea un ladrido o derivados.
Agotador seria la palabra para describirlo. Pero lo más curioso de todo esto,
es que a pesar de que todo a mí alrededor se ha transformado, desde que empecé
esta aventura he recibido innumerables de alegrías. Incluso en esa noche que no
puedes dormir he encontrado la manera de reírme. Y eso es porque estoy con ella
y con todas las personas que he conocido. Siempre hay algo que te saca una
sonrisa y te recuerda porque haces esto. Hay días que ladra y muerde, pero hay
otros muchísimos días que me enseña y me ayuda a ver las maravillas que este
mundo esconde.
En definitiva, mi mascota es sin
duda una de las más complicadas que hay en el mundo, difícil como ninguna y
sobretodo exigente. En el fondo sé que ella me quiere, tanto que se empeña en
que me dedique exclusivamente a ella. Cuidar a mi mascota implica romper drásticamente
con tu reloj biológico, dejar de lado tu vida social y aprender a aceptar las críticas
incluso cuando parece que el único propósito de estas es derrumbarte.
Por todo ello les dedico esta
entrada a todas las personas que junto conmigo llevan más de 8 meses cuidando,
o más bien haciendo esta alocada y tan curiosa carrera. Casi todo un año
dedicado exclusivamente por y para la Arquitectura. Y es que estudiar arquitectura es como tener un mascota a la que le tienes que dedicar todo pero por otra parte te lo puede dar todo.
PD: SI TE GUSTA NUESTRO BLOG, COMPARTELO. Gracias.
PD: SI TE GUSTA NUESTRO BLOG, COMPARTELO. Gracias.
Original la comparación.
ResponderEliminarMe gusta.
Un beso.
P.D.: por si no me identificas, soy ti tía Xelo.
Espera a tener hij@s...jeje
ResponderEliminarLob importante es que estas estudiando lo que te gusta